lunes, 5 de noviembre de 2012

Nueva York

Lo que cohesiona una novela son, por supuesto, sus personajes. Da igual que vayas por la página 70 que en la 500, sabes que estás ante una misma historia en la que sus protagonistas crecen y se transforman. El seguir esa evolución es, quizás, el aspecto más gratificante de la lectura de una obra de ficción.

Nueva York, la mastodóntica obra de Edward Rutherford no es así. Aquí la única protagonista es la ciudad de Nueva York, desde que fue fundada por los holandeses el siglo XVII hasta el trauma del 11-s. Y claro, por mucho que sigas generación tras generación de varias familias e intentes interesarte por ellas, no es lo mismo.

Pese a lo difícil que me ha resultado conectar con Nueva York, reconozco que es un gran libro, bien escrito y minuciosamente documentado. Pero la dedicación que requiere su lectura no compensa (salvo para quien no sepa que hacer en un largo vuelo cruzando el charco camino de la Gran Manzana).

5/10

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